domingo, abril 30, 2006

Aleph Tau



Instinto. Un veterano de la legion aprende a confiar en su instinto, si no, no llega a veterano. En cuanto sintio que la temperatura del aire se elevaba, Picentio se tiro al suelo y cerro los ojos. Cuando olio la carne quemada y sintio en el paladar sabor a ceniza, se envolvio con su capa nariz y boca.
Asi que cuando la tormenta se aquieto Cneo Rutilio Pinciano estaba en pie, gladius en mano, mientras los demas, incluidos los pretorianos, se esforzoban en recuperar el resuello. Fuego, polvo y ceniza se habian unido para formar el cuerpo de un mostruo de fuego y roca ignea, con ojos de lava que parecian prometer que iba a aplastar a aquellos insectos. Artemidoro, cuyos ropajes parecian querer echar a volar dejando atras aquel enjuto cuerpo, estaba vociferando de nuevo en la lengua que habia usado antes.

Y el monstruo le respondia, con una voz que sonaba como una llama vibrante, con los brazos cruzados y la mirada arrogante.

Pinciano empezo a acersarse al mago. Porque Pinciano que solo ahora podria darle su merecido por la muerte de sus dos hombres. Si esperaba un minuto, los pretorianos recuperarian el resuello y se lo impedirian. No debia dudar. Pero dudo.

¿Si mataba al mago, quíen los protegeria de aquel ser?. Dudaba mucho que su acero romano y una invocacion a Marte o a Jupiter le permitieran enfrentarse con exito a aquella criatura de fuego y brasas. Asi que antes de que los pretorianos pudieran darse cuenta, modifico su trayectoria para que pareciese que acudia en defesensa de Artemidoro.

El hechicero parecia estar perdiendo los estribos y tras recitar unos segundos lanzo un sonoro "emunah", y trazo con su caduceo uno de sus signo arcano en una brillante luz verde


sábado, abril 29, 2006

Efreet

- "¿Rey de los judios?, Judea esta a mas de 300 milliarum de aqui."Dijo Antonino, un joven legionario
- "Si, pero hace unos 700 años un grupo de judios, más exactamente de israelitas, pasaron aqui cuando el rey asirio Sargon deporto a 10 de las tribus de Israel. De las otras dos tribus que quedaron descienden los judios de nuestra epoca"
-"Una pena que el Sargonius ese no terminara el trabajo", añadio el joven Antonino.

Picentio era lo bastante listo para no mostrarse de acuerdo, pero asintio para sus adentros. Los Judios eran un grupo de fanaticos que parecian odiar al genero humano. Odiaban lo que todos los demas hombres amaban. Provocaban tumultos y se revelaban por las razones más riduculas, y cada vez se les veia en más lugares del Imperio, y no solo en Oriente sino en la misma Roma los habia a miles.

-"Afortunadamente para mí no lo hizo, sino nunca habria encontrado los escritos que nos han conducido hasta este lugar."
-"¿Y que es este lugar?" pregunto Picentio.
-"Una camara del tesoro, donde los sacerdotes de Israel escondieron sus más preciosas posesiones"
-"Creia que sus mas preciadas posesiones estaban ese enorme y lugubre templo que tiene en Jerusalen"
-"No, esas son las de los sacerdotes de Juda. En los tiempos en que se labro este relieve, los judios tenian dos reinos, Israel y Juda. Como os he dicho, Sargon conquisto Israel y saqueo su capital, Samaria".
-"Lo que sigue sin explicar que hace aqui el tesoro de sus sacerdotes."
-"No quieras saber demasiado, optio. Eres lo suficientemente inteligente para saber lo perjudicial que puede resultar. Tu, el enemigo de los judios, y el que te acompaña, empezad a limpiar alredord del simbolo, buscad los bordes de una loseta."
Rapidamente la loseta quedo al descubierto, era rectangular de metro por metro y medio, fabricada en piedra arenisca del mismo color pardoamarillento que las piedras del desierto circundante.
"Sin duda, para alguien que mirase desde una gran altura, debia destacar muchisimo entre todas estas rocas negras, alguien que volase."
Artemidoro saco de su tunica una vara de plata que representaba el caduceo de Mercurio.



Utilizando la punta de una de las alas empezo a trazar en el suelo un extraño simbolo, mientras salmodiaba algo en un lenguaje en el que Picenio reconocia algunos palabras del arameo que hablaban muchos de los caravaneros que pasaban por el oasis.
Finalmente Artemidoro termino de trazar el simbolo y dejo de cantar.





Se notaba una gran tension. El mismo aire parecia estar tirante, como un muelle comprimido y a punto de saltar. La mesurada voz de Artemidoro rompio la tensa espera como un trueno que precede a la tormenta:"coged palancas y alzad la losa". Dos de los legionarios asi lo hicieron. Lentamente, bajo el impulso de aquellos firmes musculos formados para defender a Roma de sus enemigos, la losa empezo a ceder y hacerse un lado, finalmente, cayo levantando una pequeña nube de polvo......



..... que subitamente se transformo en una llamarada que devoro a ambos hombres, mientras se condensaba para formar una figura humanoide.

jueves, abril 27, 2006

El sello de Soliman ibd Daud

Picentio escucho el chillido escalofriante con el que Estinfalos avisaba a su amo de que regresaba de su vuelo de exploración. Oyo un suave, demasiado suave, aleteo cuando el pajarraco se poso en el hombro de Artemidoro y empezo a susurrarle al oido.
Artemidoro se detuvo y paso un momento escuchando lo que su servidor le susurraba. Cuando este termino, hizo girarse en redondo a su dromedario y se dirigio hacia él.
-"Optio Picentio, debemos dirigirnos hacia aquel promontorio de alli, y acampar hasta que llegue el amanecer".
-"Aun quedan varias horas antes del amanecer, dominus, deberiamos aprovecharlas"
Una ironica sonrisa ilumino el rostro de Artemidoro, cuajada de dientes perfectos que brillaron diamantinos a la luz de la luna.
-"Ya no las necesitaremos, hemos llegado y para lo que debe hacerse, necesitaremos luz."

Unas horas despues, con el campamento ya montado y Eos arrancando brillos rosados de las piedras pardas del desierto, una comitiva silenciosa de hombres y camiellos encabezada por Artemidoro empezo a ascender por una agreste colina cubierta de plantas espinosas y afiladas rocas negras. Pronto tuvieron que dejar los camellos atras y empezar a trepar agarrandose a las afiladas lajas de pizarra, lo que hizo que muchos se cortaran. Cada vez que esto ocurrio Artemidoro insistia en que se detuviera y las heridas se vendaran hasta que dejaran de sangrar y que se limpiase la sangre derramada. Asi que el ascenso se ralentizaba aun mas y el sol estaba ya alto cuando por fin alcanzaron la cima sudadando y jadeando.


En la cuspide de la colina habia un altorrelieve desgasto por el tiempo y la arena del desierto, semioculto por unas matas espinosas. Los legionarios se afanaron para apartar las resecas plantas y dejar a la luz la imagen, que resulto ser una estrella de seis puntas inscrita en un circulo. Artemidoro se quedo un buen rato contemplandola mientras los demas le observaban silenciosos y amedrentados. Como un suave trueeno, su voz resono en los oidos de los demas:
" Este es el que los arabes llaman el sello de Soliman ibn Daud. Esto es, Salomon, hijo de David, Rey de Israel, Rey de los judios".

viernes, abril 21, 2006

El bamboleo del camello

El suave bamboleo hacia atras y adelante del dromedario estaba haciendo que Picentio se adormeciera. Con energia canto la primera estrofa de una cancion cuartelera. Sus hombres empezaron a seguirle con energia, por la cuenta que les tenia. Era un viejo truco beduino que les habia enseñado Ispahoe, el guia de Artemidoro.
Habia sido precisamente ese arabe maloliente quién habia traido a Artemidoro al oasis hacia dos semanas. Llegaron como llegaban siempre las cosas al oasis, delimitandose poco a poco en el horizonte a la difusa luz del alba, como conjuradas por la timida Eos Rhododaktilos, Aurora para los romanos como Picentio y sus legionarios. Aunque de alguna forma, en este lejano confin oriental del Imperio, parecia mas adecuado su nombre griego. Cuatro hombres y media docena de camellos, y un halcon que los sobrevolaba, siguiendoles fielmente como si de un perro se tratase.
Artemidoro le entrego un salvoconducto firmado por el mismisimo Cesar Augusto con toda la naturalidad del mundo y le dijo que necesitaba una docena de hombres y una veintena de camellos. Pese a su nombre griego y sus vestidos, propios de un nomada del desierto, llevaba el anillo de Equites, miembro de la primera clase censal, solo por debajo de la clase senatorial. En cuanto le presentaron al cinturon le quedo claro quien dirigia aquel remoto destacamento y empezo a prescindir de el por completo, presentando todas sus peticiones directamente a Picentio. Los legionarios no deberian llevar su equipo habitual, escudos y cotas de malla se quedarian en el oasis, montarian camellos y vestirian las capas y tunicas que llevaban los beduinos. A menos que prefiriesen cocerse como langostas dentro de sus armaduras, como los legionarios de Marco Craso 60 años antes.
Asi que en un par de dias todo estuvo listo, Artemidoro y su guia se dedicaron a hablar con los nomadas que acampaban en el oasis mientras el compraba los camellos y aprestababa todo para la partida, ya que Artemidoro habia decidido que el mandaria a los legionarios. No podia prescindir de alguien tan eficaz, dijo con una de sus equivocas sonrisas.
Si el griego era astuto y equivoco, sus otros dos acompañantes, Marco y Lucio, se conportaban de forma tan directa como brutal. Era dos tipos realmente enormes, de mas de metro ochenta de alto, musculosos y su manera de actuar y de andar revelaba que habian sido legionarios. No se les escapaba nada y protegian a Artemidoro como si fuera su propio padre. Y no se dejaban tirar de la lengua.
Pero la noche pasada, recordo con satisfaccion mientras acompañaba a los demas con la segunda estrofa de la canción, por fin habia conseguido que Marco le conto su historia. Eran pretorianos, miembros de la guardia de elite de Augusto, pero antes habian servido a las ordenes de Tiberio Druso Neron, y con las lagrimas a punto de saltarsele, y realmente era impresionante ver a aquel grandullon cuarenton a punto de llorar, Marco conto a Picentio como habian estado alli el dia en que Artemidoro habia salvado al General Druso, cuando los matasanos de la legion ya lo habian deshauciado. Asi que Lucio y Marco, que eran fanaticamente leales a Druso besaban el suelo que pisaba el griego.
Picenio no podia entender ese comportamiento hacia la familia imperial, real o como quiera que se la llamase ahora que Roma volvia a ser una monarquia pero sin volver a serlo del todo. Para el Augusto era una presencia remota, como el mismo Jupiter. Al unico miembro de su familia que conocia era a su otro hijo adoptivo, Tiberio, bajo cuyo mando habia servido en Germania, y era un autento cabron, una autentica manzana agria del famoso arbol de la familia Claudia. Afortunadamente el no era el heredero.
La cancion llegaba ya a su cuarta y ultima estrofa, la mas obscena de todas, cuando recordo otra conversación que habia mantenido la noche anterior. El joven Fulvio, que se las daba de intelectual, se acerco a el cuando revisaba las guardias, y con ademan conspirador le empezo a hablar en susurros:
-"Señor, cuando oi el nombre de nuestro ilustre huesped, Artemidoro, me parecio que no era la primera vez que lo oia, pero no conseguia recordar como ni donde."
-"Pues claro, idiota, el salvo el pellejo de Druso, seguramente alguien te conto esa historia"
-"No señor, no era de eso, lo habia leido en algun lugar. Artemidoro era el nombre del adivino griego que trato de avisar a Cesar de que iban a asesinarlo el mismo dia de su muerte, en las escalinatas del templo de Pompeyo"
-"Eso es imposible, ese hombre tendria ahora cien años o más".
-"Si sigue siendo un hombre"

El mago y su pajaro

Pinciano empezo a izar la soga, haciendo a un lado su largo manto blanco para que no le estorbara, hasta sacar el chorreante pellejo de piel de cabra . Lo coloco sobre su cabeza y dejo que el agua que goteaba le callera sobre la cabeza y le bajara por la espalda. ¡¡Que placer sentir el frescor del agua fria!!. Miro al horizonte y comprobo que el sol empezaba a ponerse y pronto se pondrian en marcha de nuevo.
"¡¡Criso, Apicio, Balbo!!. Empezad a ensillad los dromedarios, quiero salir dentro de media hora. ¡¡Marco!! encargate de apagar el fuego y cubrirlo con arena. Que no quede rastro. ¡Petro!, ayudale."
Implacable como un vendaval, Pinciano cruzo el pequeño campamento mientras una docena de legionarios se atereaban en cumplir sus ordenes, sus capas blancas aleteaban como hojas dispersadas por el viento al paso de su centurion. En una docena de pasos se planto frente a la tienda de Artemidoro. Recurriendo a toda su fuerza de voluntad contuvo un escalofrio.
La tienda era obscura, no simplemente negra, sino de un color que Pinciano solo sabia describir como Medianoche y que se desplegaba formando un cilindro de unos tres metros de diametro. En su tela habia bordadas con un hilo de color azul metalico constelaciones de extraños dibujos, simbolos arcanos y pasajes escritos en alfabetos cuyos caracteres parecian serpientes retorciendose. En su interior... ¿que habria en su interior?, Pinciano no lo sabia y preferia seguir sin saberlo.
Para rematar el horror, en la bola azul electrico que remataba el mastil de la tienda estaba encaramado Estinfalio, el halcon de Artemidoro. De lejos parecia un ave normal, pero de cerca apestaba a muerto como una fosa comun. En su plumaje se veian parches de color grisaceo donde quedaba la piel al descubierto y en sus ojos habia una mirada tan llena de inteligencia como de crueldad. Carraspeo y empezo a hablar, dirigiendose a la cortina que hacia de puerta de la tienda.
-"Excelencia, he dado orden de que se prepare la salida para dentro de media hora, si no teneis inconventiente"
-"Al contario, centurión su eficiencia es tan destacable como de costumbre. Estare listo para entonces."
Las palabras llegaron del interior de la tienda, en un latin digno del mismo Ciceron, pronunciadas con una voz igualmente culta y diafana.
Pinciano ya se habia vuelto para dirigirse hacia sus hombres cuando la voz hablo de nuevo.
-"Por cierto, Cneo Rutilio, creo que hoy sera el dia, al fin lo encontraremos y podras regresar a tu puesto".

miércoles, abril 12, 2006

Y EN SIRIA

Cneo Rutilio Pinciano alzo el cubo de madera del suelo con gesto de cansancio. Sí, estaba cansado, y no solo fisicamente, pensaba mientras arrojaba el cubo al agujero en el suelo que los nomadas del desierto osaban llamar pozo. Una vez mas su memoria retrocedio a un año y miles de milliarum de alli, a un campamento legionario en los bosques de Germania.
-"Que suerte tienes Rutilio, fellator, nosotros nos quedamos aqui y a ti te envian a Siria. Nosotros a aguantar el frio y a los sucios germanos y tu a disfrutar del vino y las bacantes en Antioquia."
Entonces se habia reido a carcajadas con los demas. Por qué su futuro parecia prometedor, muy prometeder. Trasladado de la esteril Germania Magna a la Legio VI Ferrata estacionada en una de las provincias mas ricas del Imperio y ascendido a Optio. Fortuna al fin le sonreia.
Y una mierda sonreia, la muy puta. Nada mas bajarse del barco le despacharon a un puesto de avanzada en pleno desierto. Un lugar olvidado por todos los dioses (al menos todos los dioses romanos), una estacion caravanera donde unas docenas de palmeras se arrimaban sedientas a un estanque, donde su superior, un centurion a punto de retirarse se pasaba el dia mamado, dejando en sus manos todo el trabajo.
Pero Cneo habia sacado fuerzas de flaqueza. Dado que las circustancias le convertian en centurion en funciones, sacaria partido de la situacion. Puso a la tropa en orden, haciendoles poner su equipo a punto como si fueran a dejar el puesto en cualquier momento, redujo a media ración a los que se habian dejado entrar en carnes y puso toque de queda a los legionarios. Al atardecer todos, salvo los que estuvieran de patrulla, debian volver al recinto amurallado del campamento. Nada de pasar la noche en las casas de adobe del pueblo con el que compartian el oasis, ni en las tiendas que los beduinos y los mercaderes itinerantes instalaban de cuando en cuando, llenas de vicios y tentaciones.
A un par de legionarios no les gusto el nuevo regimen. Desertaron y tuvo que perseguirles y crucificarlos, un proceso complicado en aquel lugar ,donde la madera no abundaba precisamente , pero al final se arreglaron con algunos travesaños de una litera y un par de palmeras. Otro imbecil intento atacarlo y tuvo que matarlo en el acto. Pero tras unos meses de tira y afloja la tropa se dio por vencida y todo empezo a funcionar al gusto de Cneo Rutilio Pinciano en aquel pequeño mundo. Y entonces....

...entonces llego Artemidoro.