lunes, agosto 30, 2010

Diario de Partida IV: Bajo el Monte Menecio

    Tras averiguar que el pirata Androcles de Camarina es quien tiene al efebo galata Kewon, los aventureros se sumerjen en los bajos fondos de Cidonia para tratar de localizar a dicho individuo. Tras cierto numero de vericuetos, las indicaciones de un perista llamado Euribiades les conducen hasta un sabio de la Academia de Atenas, Hipias, al que encuentran rebuscando en un muladar extramuros. Hipias esta removiendo el estiercol en busca de un tesoro (segun el), unas tabillas de arcilla grabadas con una extraña escritura,  "de tiempos homericos" y que ha conseguido descifrar parcialmente.

  Al parecer en el monte menecio, que se alza a unos cien estadios (unos veinte kilometros) al sur de Cidonia habia en tiempos de Minos un floreciente santuario, y quiere investigarlo. Pero necesita colaboradores para excavar y guardaspaldas, ya que el Menecio se alza en pleno territorio amalteo, e inexplicablemente para Hipias, los cretenses parecen temer a esos pequeñuelos encantadores (aunque los cretenses nativos le expliquen que son unos arqueros mortiferos obsesionados con que todo el mundo quiere robarles sus cabras). Tras una larga negociacion, los aventureros, incluyendo a un nuevo fichaje, Alcibiades de Siracusa, un hiparco exiliado que atraviesa estrecheces economicas, acompañan a Hipias y a su asno Epicuro al interior de la isla. Las primeras horas del viaje trascurren sin sobresaltos, en un paisaje de Colinas y Pinares, hasta que despues de comer, se encuentran en un recodo del camino con un amalteo orgullosamente erguido en lo alto de una roca con su arco en bandolera. Esta claro que los alrededores estan llenos de arqueros que les apuntan, y los "señoritingos de ciudad" se ven obligados a jurar que no viene a robar las cabras de nadie. Sin embargo gracias al tacto y el savoir faiere de Alcibiades, consiguen caer de maravilla a Acrito, el cabecilla amalteo, que no solo los franquea el paso, sino que les ofrece a su hijo Aglao como guia, y les avisa que al sitio al que se dirigen junto al Menecio, hay unos jabalies que son "mu mala gente", y tambien que al otro lado viven unos piratas, aunque no hay forma de pasar las estribaciones del monte y llegar hasta su cala.

Guiados por Aglao, la expedicion llega el dia siguiente a un prado que se extiende justo bajo la cima del Menecio, y siguiendo las indicaciones de Hipias, lo exploran hasta encontrar un antiguo altar semisepultado. Se ponen a excavarlo,  y con el ruido del trabajo y otras extracciones, un jabali macho con muy malas pulgas ha salido de la espesura y les embiste, alcanzando al pobre Agis-Perseo, que pese a invocar los Favores de Tyche, recibe una herida que lo deja postrado. Aunque el jabali, al que Aglao llama "Viejo Melena blanca" recibe varias heridas, sigue en pie y vuelve a la espesura. Sin pensarselo, Arguiaco el peltasta, Miko el barbaro y Alcibiades el hiparco se precipitan tras el, mientras Hipias con la ayuda del mantis Anfion, curan al infortunado Agis, que recupera la consciencia.

Mientras tanto el viejo Melena Blanca, pilla desprevenido a Alcibiades que elude el peligro gracias a un favor implorado a Tyche, diosa del azar. Los tres guerreros se precipitan sobre el jabali y consiguen darle muerte, con lo cual esa noche se celebra un festin de carne asada digno de los poemas del aedo ciego.

Al dia siguiente, con el altar excavado, y tras descifrar parcialmente sus inscripciones, Hipias delimita una zona donde deben buscar el acceso a la parte subterranea del santuario, ya que hay rastros de que la que estaba por encima del nivel del suelo fue destruida. La encuentran con facilidad y pronto consiguen excavar un tramo de escaleras que termina una sala llena de frescos, que parecen mostrar como una raza de gigantes enseña a unos rudos salvajes las artes de la civilizacion, destacando en especial a uno que les enseña los secretos de la agricultura. Sin embargo, una de las paredes de la sala se ha derrumbado, asi que falta parte de la historia.

Dos corredores salen de esta sala, uno hacia delante y otro a la derecha. Deciden seguir primero el que va hacia delante. Es un coredor largo y tenebroso. Segun se van internando en el, sienten cada vez mas frio y una inquietud mayor. Llegado un punto, la inquietud se convierte en terror para algunos, que se niegan a dar un paso mas. Los mas osados, Miko y Agis, alcanzan a ver el final del corredor, una estancia donde empiezan a insinuarse oscuras formas espectrales, con ojos rojos como brasas. Asi que deciden volverse atras y seguir el otro corredor que sale de la sala de los frescos.

Aunque al principio es como el anterior, el corredor se vuelve estrecho y da señales de estar derruido en parte.  Hipias los guia, pero sin demasiado acierto, ya que se produce un derrumbe que por poco acaba con el mantis Anfion y deja magullados a algunos de los demas. Pese a todo, los mononiveles siguen adelante y llegan a una encrucijada presidida por una fuente, de la que manan aguas termales, sobre la cual hay una pequeña estatua de una mujer vestida con ropas similares a las de los frescos, faldas largas de muchos niveles, y chaquetillas con los pechos descubiertos. Lleva una serpiente en cada brazo.

Cuatro corredores surgen de este lugar. Por el que vinieron los aventureros y otros tres. Explorando el de su izquierda llegan a lo que parece un santuario avandonado, con pinturas profanadas y esqueletos por todo el suelo. De aqui surge un corredor que termina bloqueado con una roca inamovible donde esta grabado un simbolo de las deidades terrestres, una gran hacha de doble filo.

Siguiendo el corredor del centro llegan a una sala llena de lo que parecen lechos de piedra, bajo los cuales fluye el agua canalizada desde la fuente termal. El ruido del agua, y los restos de pintura crean una atmosfera calida y acogedora. Agis se recuesta sobre uno de los lechos y empieza a sentir un gran alivio a su dolor , deslizandose a la incosciencia. Por unos breves cinco minutos, cuando le despiertan sus insensibles compañeros que le dicen "que deje de escaquearse" y que se levante. De la sala del agua surge otro corredor, pero no parece construido sino natural. Tras doblar por algunos recovecos, los jugadores descubren que da el exterior, a una cala donde hay varado un pequeño velero y se ven varias construcciones, sin duda, se trata del refugio de Androcles y han cruzado la cima del Menecio por debajo.

No contentos con este exito, los mononiveles deciden explorar el ultimo corredor de la encrucijada de la estatua, pero solo encuentran mas restos sin valor en unas estancias mas bajas que el magnifico santuario. Por ultimo algunos de ellos insisten en volver al corredor del que huyeron hace unas horas. Milko el tracio insiste hasta el final y decide traspasar el fatidico umbral, para perder la vida, mas no el honor, ante las criaturas de ultratumba.

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